sábado, 18 de julio de 2009

El cuarto mono, el cuarto poder y la pestilencia

El periodismo, azote de corruptos, pende colgado de una cruz, con ladrones a su vera.

Editado en CanariasAhora.es el 18 de julio de 2009

martes, 14 de julio de 2009

Luz Saavedra, Maestra de Maestros

14 DE JULIO DE 2009
CanariasAhora.es

Ya le decía Felipa a Pepe Monagas, mientras tomaba notas para el padrón municipal que la cabra macho le había despedido velando un “burbuay”, aclarándole doña Mamerta (verdadero nombre de Felipa) que le estaba despidiendo en inglés, y que quería decir “vaya bien”.
Y no es casual ni anecdótico que sean aquellos a los que les presupone por su puesto de trabajo una educación acorde con la relevancia del mismo los que menos contestan o no lo hacen a pesar de insistir dos o tres veces en tan buen deseo. Es que no les da la gana, son así, de natural enojados, contrariados con la vida misma o propiamente unos malcriados (ahora “maleducados”).
Entras en una institución, no digo en cualquiera, y reiteras los buenos días hasta tres veces, sin sumar las que previamente diste por teléfono antes de partir hacia la imperial conquista de una entrevista acode con la estupidez e ineptitud de quién sin saber hacer o corregir, te obliga a llevarle certificados y mandangas absolutamente innecesarias.

Hemos mejorado mucho en nuestras relaciones sociales; “ojos que te vieron d´ir puerto franco” que lejos quedas de mí, Canarias querida.

La cortesía de D. Gregorio, aquel guardia municipal de tráfico de la calle Bravo Murillo, era premiada con decenas de cestas de Navidad; su alegría, los modales, la elegancia dirigiendo el tráfico como un servidor y no como un madelman debe ser recordada en la memoria de todos los canarios incluida. la tarima sobre la que se subía.

Olvidamos a nuestros conciudadanos de Pro y de alto relieve y muchos de ellos muestran su nombre en lapidarios marcos de granito o de mármol. No afloran sus nombres en lugares transitados, léase aeropuerto, entre otros. Hasta el más triste de los aeropuertos tienen a gala que le conozcan también por el de un hijo que paseó su cuna de origen con orgullo.

¿Por qué el nombre de una persona tan dignísima, mundialmente conocido, hijo de la deriva genética que enriquece y puebla esta isla de Gran Canaria no es mostrado en el lugar donde más gente nos visita? ¿Por qué el aeropuerto de Gran Canaria ( de Las Palmas, de Gando o de Las Palmas de Gran Canaria, según le de al comandante o a la auxiliar de vuelo de turno) no se llama Aeropuerto de Alfredo Kraus? ¿ A qué están esperando a que lo llamen aeropuerto de Soria el mudo, de Paulino el brevas, de la democracia o de cualquiera de los nombres que nos cepillan el cerebro todos los días? Siempre políticamente hablando, señorías.

Una persona tan significada como D. Francisco Rubio Royo, nuestro primer rector, no tiene su nombre grabado en la Avenida de Escaleritas y apuesto a que se le haga justicia.Tampoco quién luchó a brazo partido para que fuera posible la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (al menos eso me lo parece) tiene su nombre y apellidos Lorenzo Olarte Cullen, “incarnato” en el mejor callejero de esta isla.

Por el contrario, leemos que personajillos de tres al cuarto, asientan su nombre en las placas que dan fe de la inauguración de estos o aquellos pedazos de cemento que sujetan el mástil de una bandera que se la va a tener que tragar como sus propias palabras indicaron en su momento, eternizadas en su propia estupidez.

Adórnese el nombre de las calles con una referencia a la vida y obra de quién se ha hecho acreedor a tal distinción.

En la tumba de Pepe Castellano, que encarnara el personaje de Pancho Guerra, Pepe Monagas, asoma la tristeza de quién tanto supo trasladar lo escrito a lo verbal. La de Nanino, al que tanto soplamocos le imitan, no le veo florecer las raíces de tantos cantos que rescató para todos nosotros. Allí, donde todos dejamos la cáscara que nos sirve de máscara, a todos ellos les doy las buenas horas, y al que entra o sale del ascensor, al se cruza en las escaleras, a quienes trabaja en los cajeros o al que tiene la nobleza de mirarte a los ojos.
Los hay que desvían la mirada, agachan los morros o te demuestran su agrio estado anímico (no prejuzgo sus razones) con unas buenas horas que apenas salen entre sus apretadas mandíbulas.
La gratitud es un sentimiento positivo que está presente desde que pones los pies en el suelo y dirige tus pasos hacia una conducta expansiva. Diga buenos días o devuélvalos, es gratis total, y a quién le pregunte ¿cómo está/s? distíngale como amigo respondiéndole “bien, gracias, ¿y usted/tú? La buena crianza, el respeto, el uso del “usted”, dar las gracias y las buenas horas está en las entrañas de la familia aunque lo quieran subrayar en las páginas de los libros como asignatura, que no por mucho correr, comiéndose estas elementales normas, se llega antes.
Ella, Luz Saavedra Ruiz, maestra de tantísimos majoreros a los que enseñó a leer y escribir se nos ha ido en la lucidez del olvido pero, al menos, luce su nombre en una calle de Puerto del Rosario. Mi querida Luz Saavedra, maestra de maestros, asoma tu grandeza en la pequeñez de tu cuerpo y en la memoria grande de tu inmensa labor.
Buenos días, mejor amanecer, querida Luz. Queda mucha gente a la que enseñar. Otros deben coger tu testigo.

Carlos Juma

PALESTINA