domingo, 20 de noviembre de 2011

Señorías, gracias

Por Carlos Juma

La pregunta acerca del sabor de la derrota o de la victoria entiendo que la única respuesta apreciable es que no tiene sabor. Ni la victoria ni la derrota pasan por las papilas gustativas.
Cosa bien distinta es el sentimiento que genera, emociones que curiosamente, si la sordera fuera nuestra compañera, se expresan de la misma manera y son de difícil distinción. Se puede expresar con la misma mímica  el llanto  y la alegría, aunque a fuer de ser sinceros la composición química de la lágrima es distinta en cada caso.
La derrota duele, dicen. Tampoco lo entiendo ni como transducción psicofísica. Tal vez sea más adecuado decir que mortifica.

Llegan los momentos de análisis, de críticas amargas, de mirar con el entrecejo fruncido, y mostrar los caninos para señalar la diana de la culpabilidad.

En una democracia sin más calificativos, las muestras de tristeza y de alegría me parecen desmesuradas si lo que se ha pretendido o pretende es el servicio al pueblo que soberanamente elige.

Bien distinto es servirse del poder que éste le ha conferido o querer apropiarse del mismo, legítimamente, para hacer de su capa un sayo o transformar el puesto de servicio en una satrapía.

Si las urnas ponen de manifiesto que su mandato ha finalizado es cuestión que debe ser asumida desde el mismo momento en que el mandante designó noblemente al mandatario. Mostrar enojo, ira o manifestaciones de alegría patológica, incontenible tristeza o manifestaciones triunfalistas, arrogantes, soberbias en esencia, o de pesadumbre son, desde mi punto de vista, un ejercicio propio de una  personalidad inmadura.

Todos hablan de la fiesta de la democracia, una vez  cada cuatro años, pero va a resultar que no hay fiesta sin llanto ni entierro sin risas como bien dicta el proverbio lleno de sabiduría.

No hay vencedores ni vencidos, hay personas agrupadas en torno a un afán común que deben asumir la regla esencial del juego: la democracia es el ejercicio del poder por el pueblo soberano, y mal asunto sería querer perpetuarse en el ejercicio del mismo.

Así pues, no se trata tanto de proyectos  sino de rendir cuentas. Y quién no ha cumplido se vuelve a casa, asumiendo responsabilidades patrimoniales,- no es de recibo que endeuden a una comunidad y se vayan de rositas-, o dar cuenta ante la Justicia, al fin y al cabo, el respaldo de la ley, imperial que diría alguno, sobre la que asienta el modelo de convivencia que nos hemos dado.

Suena a desagradecidos que aquellos a los que has ayudado en tareas del  servicio que te ha encomendado el pueblo te den la espalda y lleven su voluntad libre de decisión a otras posiciones de grupo o partidos políticos. Yo entendería mejor que la misión se ha cumplido, que se podrá tener la percepción de haberlo hecho muy bien y que no se reconozca el trabajo pero es eso lo que lleva al desasosiego.

¿Has cumplido con tu deber, has ayudado a los desfavorecidos, has interpretado tu trabajo al cobijo de la ley y no has violentado la norma? Pues entonces vete en  paz y con la conciencia tranquila. Considera el alto honor de ser mandatario de un pueblo que habita en esta España nuestra desde hace siglos, curtido en miles de batallas y harto de dictadores cuyas conductas aún rezuman esqueletos en las cunetas.

El poder atrae más que el amor, libera neurotransmisores  que llevan a conductas compulsivas, muy difícilmente evitables, y con las obsesivas ideas que nadie ve, escondidas en el almacén del cerebro.

Uno, miembro de este noble pueblo canario, en la medida que se puedan leer mis palabras o escuchar mi voz, les doy las gracias a ustedes, políticos del partido que sea, por haber servido con la mejor voluntad  de hacerlo eficazmente.

Deben sentirse bien y felices de pertenecer a una comunidad donde nadie se perpetúa en el poder, con defectos que hay que pulir,-que los hay y graves-, y quizás convenga retrotraernos a la Roma antigua y recordarle al vencedor coronado con laurel lo que se le repetía una y otra vez: “recuerda hombre que eres mortal”.

Cuanto tienes lo dejas aquí y sólo te llevas lo que eres, dice el proverbio árabe.
Con tu experiencia aprendida  tienes el inexcusable deber de ayudar en la tarea a los que han sido designado por el pueblo soberano para continuar con la misma, con distintos modos pero guiados al fin último: servir al pueblo que los elige y no a servirse del mismo que una cosa es una cosa y dos son dos.
Gracias por saber ganar y perder, por servir sin servirte. Hay razones para sentirnos orgullosos personal y socialmente.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL MILAGRO DE LAS URNAS

Por Carlos Juma
Reeditado 17 de mayo de 2015
El hastío que embarga a la ciudadanía en general ante la proximidad de las elecciones generales es producto de las maliciosas conductas de aquellos que se han creído padres de la patria.
No son, -al menos los que más relumbran-, los que muestran una conducta propia de padre diligente de familia.
Estas elecciones tendrán vencedores por ausencia de contrincante y vencidos por su propia dinámica y puesta en marcha de decretos que sólo consiguen calentar al personal.
Ni la derecha es la derecha ni la izquierda es aquella. Ni los hijos de los comunistas  son lo que eran y hasta se permiten “pinzas” con la derecha y castigar a sus colegas absteniéndose y guardando un ominoso silencio a fin de que la derecha entre en gobierno de señores feudales.
No se trata de tijeretazos, de recortes y demás mandangas. El asunto es tan simple como que quienes reinan en el mundo son los dineros. Esos mercadillos donde se volatiliza un caudal o te afrentan con que no hay dinero si usted no me asegura los intereses y encima te marcan como tienes que ahorrar.

Esto no es asunto de elecciones generales. Hay que  poner sobre la mesa cómo hacer frente a esos denominados mercados financieros que no son otros que los dueños de la voluntad política soberana de toda una nación.
Y en este asunto nadie es mejor que nadie, los partidos políticos marcan únicamente esquinas como las mascotas, pero la pared ni se mueve.

Desde llegar tarde y culpar a Zapatero de todos los males, sin apreciar que, aquel que se arrima a Rajoy,- uno de tantos-,  cuyo mención vale unos minutos, el señor Rato, era ni más ni menos que Director General del Fondo Monetario Internacional, consciente por lo tanto o tonto de remate,  al no querer ver  el anunciado despropósito de que la economía no podía ir por aquellos derroteros de derroche e hipotecas basura preconizados por el ínclito Bush (Dios nos libre y guarde de semejante esperpento). Quién cerró los ojos primero no fue Zapatero sino Rato.

Los banqueros solo saben de dineros, les importa absolutamente nada que no sea contar billetes, siendo como son descendientes de aquellos que despreciados por la sociedad y la suciedad de las monedas se pudieron a prestarlas sentadas en un banco del parque. El poder sigue estando en las manos de esos sujetos aunque los vistan de seda.

Y los conciudadanos han sido victimas de sus desmedidas ambiciones, de soñar con paraísos terrenales, y no tomaron en cuenta que lo que compra hay que mantenerlo y sobre todo pagarlo. Si nos hemos puesto de caseros a un banquero hasta el fin de nuestras efímeras vidas ¿Qué cabe esperar? ¿Pretendíamos acaso que actuaran de manera contraria a su rígido y desalmado esquema de trabajo?
Y de los valores, ¿qué? Todos se fueron a fondos de inversión y hemos tirado por la borda lo valioso, aquello que nos llevamos puesto el día que salgamos de este jueves porque lo que es lo que posees lo vas dejar aquí en manos de descendientes y pobre de ti como que quién reparta sea un albacea sin escrúpulos. Que Dios nos coja confesados. “Te dejan limpio”.

Los que ayer se partían la  cara en juegos florales políticos hoy se besan apasionadamente en actos de una desvergüenza incalificable aunque tengan que escupirse los pelos del bigote. ¿Algún concejal ha renunciado a su sueldo de médico?

Los que se han pasado por el arco del triunfo la ética, y pescan salmones, nos hablan de esfuerzos, de un país maravilloso lleno de gente estupenda, laboriosa, vamos el mismo cuento que le lanza la reina de las hormigas a las obreras. Yo a reinar y poner mis  huevos y tú a servirme.

Y ese pedazo de izquierdas que se hace guiños restaurando impuestos que por definición debían estar en el cubo de la basura, llámese de patrimonio, que lo fue durante treinta años, cargando sobre la espalda de los españolitos lo que en si mismo se definía como ·”extraordinario” es que no tiene desperdicio; y aún más, quieren restaurar el impuesto de sucesiones. Y dale con los ricos: ¿me puede usted definir que es un rico? Yo se lo digo: no es asunto de tener más sino de tener a lo que se necesita. Ese principio nos lo hemos pasado por el recto proceder cayendo, como Ulises, en el silbo de las sirenas. Robin Hood muerto está. Los impuestos que restauren  son pan para hoy y hambre para mañana. Hagan un pequeño ejercicio de inteligencia si la tienen.

¿Y que hace Hacienda? Las directrices que le marcan a este segmento tan temido de la sociedad es que recaude, cuanto más, mejor. Es muy curioso que la inspección tributaria haya recaudado de las bolsas de fraude fiscal cantidades que son cincuenta veces lo que se pretende recaudar con el estúpido e insoportable impuesto de patrimonio. Y el asunto para no entrar en más detalles es que toda esa masa dineraria no va al ciudadano sino que va a los engendros que nos administran, despilfarradores, que ahora, teniendo dos palacetes, te pedirán el copago o mejor el repago sanitario, te reducirán el salario, te romperán las conquistas de los trabajadores y los sindicatos callados como mentecatos en un ejercicio de neutralidad política que asusta.
¿Pero que coño casta política es esta?
Usted, Sr. Rajoy es un impresentable que no dudó en dejar sólo al gobierno en temas de estado, negociaciones con ETA, o en la náusea de la abstención ante las acometidas de los nuevos señores, los mercados. Usted ha guardado un vergonzante silencio ante cuestiones muy graves. No sé para que me envía papeletas, aunque el uso que le voy a dar lo debe tener claro.

Usted Sr. Zapatero, hace bien en irse. Los logros sociales alcanzados están en su haber y ha hecho lo que la izquierda siempre hace con lo obtenido por la derecha, el reparto, pero se ha rendido a los mercados y le ha abierto las puertas del poder absoluto a la satrapía de los mismos que nos llevaron al sangrante Irak. Usted nos mantiene en Afganistán, quién nos lo iba a decir.

El Sr. Rubalcaba ha puesto su cuello en la guillotina con la esperanza de que en cuatro años tengamos a una Sra. Chacón al frente de los socialistas y que estos hagan una catarsis que les lleve a una navegación con visos de hundimiento y de salida de ratas a escape,- que las hay y muchas-. Toda una limpieza e higienización: es que siempre son los mismos.

Este es el milagro de las urnas: los sordomudos hablan y oyen, los ciegos ven y los cojos andan, paren las mujeres, se besan los enemigos por el bien de “nuestra” sociedad (será la de ellos, digo yo), dónde ayer fui rey hoy critico sin piedad a los colegas de viaje…..todos mienten y hasta hay quienes renuncian a su carnet de militantes por un plato de lentejas.

Abran las listas electorales ya. Esto es una dictadura de partidos. Que se presente el que quiera y que sea elegido directamente, que explique lo que hará y que rinda cuentas que a fin y al cabo es lo que exige cualquier contrato entre administrador y administrado.
No debería ser el ciudadano el que las exija, sino el político el que las rinda: ese es el compromiso.
Siempre afirmé ante mis alumnos que  la virtud de la memoria no es el recuerdo sino el olvido. Si no fuera así más de uno temería por su cuello.

La conversación entre Sarkozy y Obama acerca del sionista Netanyahu es la expresión pura y dura elevada a la máxima expresión de lo que hace esta casta política. No empecemos con que todos no son iguales, “píquemelo menuo que lo quiero pá cachimba”.  

El pueblo soberano cogiendo restos de los basureros y estos políticos en circos llenos de voces con loas al corifeo. ¿Y usted me viene a hablar de tijeras, recortes, copagos, aumentar la presión fiscal, etc.? Nos vemos el domingo.

16 de noviembre de 2011

PALESTINA