La inquina, vocablo molesto de pronunciar, es lo que viene
definido por aversión, mala voluntad. Podría pensar el aventajado lector que
quién escribe tiene el mentado vocablo dirigido a determinado grupo político
pero, quiá, nada más lejos de la verdad.
Este glorioso partido de doble sigla y ave voladora en su escudo
tiene tantos y tantos militantes y cargos públicos que, para hablar de ellos,
habría que ponerse en pie como señal de respeto.
Evidentemente, hacia aquellos que son muestras inequívocas de honradez
en el manejo de la cosa pública y que, según dicen, seguramente con total
acierto, son mayoría multitudinaria.
Nadie, no
obstante, podrá negar la evidencia de que en sus filas, prietas por cierto, hay
elementos de la estirpe humana que más valiera echarles de comer aparte. Las
canongías, empleos de poco trabajo y mucho provecho, están apalancadas en la
llamada cúpula del poder, tal cual la sixtina capilla y el colegio
cardenalicio. Y francamente, veinte años en el machito, llevando las riendas
del dinero, llevan al éxodo patético de montañas de euros a la Suiza neutral, que ni es
santo varón ni hembra genuina.
El Sr. cuyo
apellido se niega a pronunciar el Sr. Presidente del gobierno de España y sus
espectaculares corifeos, especialmente la Sra. que perdió el hilo del discurso con aquello
de pagos diferidos y majaderías varias, ha comenzado a disparar con gentil
puntería los envenenados dardos contra el PP, su propio partido,- tal y
como indican las siglas-. Y vaya que no llevan veneno. Estaba previsto.
Esta ciudadanía
nuestra es un ejemplo inconmensurable de cuán flexible es el punto rojo de la
paciencia. Nos aprietan por todos lados, nos sangran como dóciles corderos en
el matadero, y la capacidad de no enviar a las aguas de hedionda fetidez a estos
lagartos, prontosaurios dinerarios, sigue estirándose elásticamente sin que se
atisbe una rebelión social.
No seré yo quién
atice estos rescoldos y avive el fuego y despierte. Pero es deber ciudadano dar
cauce de expresión a tantos que ya ni hablan por temor, entre otros, de perder
el mordisco de pan que se han llevado a la boca. No sea que ocurra lo que la
fábula del zorro, el queso y la luna.
Probablemente,
llevados del misericordioso, "déjame como estaba, virgencita" nada
hay mal que no sea susceptible de empeorar. Y aquí tenemos a próceres cuyas
bocas están deformadas de tanto chupar la teta del estado. Su palatino velo se
ha ensanchado y da cabida a incesantes ríos de leche. Su mayestático porte, y
andares equinos, con crines doblados por la cérvix intentan emitir el mensaje
de poder, de autoridad, de "aquinopasanada".
El tropel de
gentes exhalando fétidos comentarios acerca de la situación que vivimos en esta
España nuestra no parece tener fin. Y sin embargo, aumenta la elasticidad de la
silenciosa resistencia ciudadana y diverge cada vez más de la casta gobernante
empecinada en demostrar honestidad, que no habría razón de exponerla salvo que
se la esté mancillando constantemente.
Debemos recordar
que el límite de la resistencia a la autoridad puede estar llegando al punto de
la ruptura y que no se puede seguir obedeciendo órdenes que están sangrando a
todo un país. Desde bomberos que se niegan a colaborar en el desahucio a policías
que no quieren cumplir órdenes que contrarían su compromiso moral y ético el abanico tiende a ampliarse.
Empieza a resquebrajarse la obediencia a la autoridad. Y es este
un signo inequívoco de que hay vida en nuestra sociedad, que el “basta ya”
abandona su cómoda cueva para estar dispuesto a perder el pan por luchar contra
las injustas órdenes. Que buen vasallo si tuviere mejor señor.
Hoy es un día
especial para abrazarse a la memoria de Stephane Hessel, este hombre universal
que luchó contra la injusticia y armó moralmente a la sociedad. Inspiró con su
vida ejemplar que el miedo hay que arrinconarlo y desatar la pasión por la Justicia. Prendido
en el recuerdo se lleva los mejores aromas del vino envejecido en lo bueno.
La indignación
debe ir seguida de compromiso.
Asuma cada cual el papel que con el que mejor sirve a la sociedad.
Hay que erradicar de las cúpulas de poder a tantos elementos corruptos. Las
oscuras fuerzas de la perversión no pueden ni deben llevarnos al abismo; sin
educación ni ciencia estamos condenados a una deplorable sociedad de servicios,
anencefálica, sin capacidad de reacción. Un mundo asimétrico. ¿Quién dijo que
la esclavitud había sido abolida?
Debemos negarnos a que empobrezcan intelectualmente nuestra
sociedad y hay que empezar ya. Después de mayo viene junio, después del quince
el dieciséis.
La lucha por la
Libertad y Justicia es diaria, no admite tregua.