miércoles, 28 de noviembre de 2012

29 de noviembre, fecha clave para Palestina


                                                                   






Sesenta y cinco años es la edad de ceder paso al tiempo de descanso, el comienzo de disfrutar de los pocos caramelos que nos restan por degustar. Los caramelos de la vida.
La validez de este tiempo acrisola el viaje de tantas jornadas de trabajo y se rinde ante la parada necesaria.

Sin embargo, sesenta y cinco años, además, es el tiempo de permanencia de una injusticia histórica grabada a sangre y fuego en el alma de palestinos  que,- contrariamente a lo que en su momento fue la acuñada frase de la propaganda judía "¿palestinos? ¿qué son palestinos?"-,  permanecen en las sucesivas generaciones aferrados a las raíces de su origen.

No hemos desaparecido, ni los años de vivir como "apátridas" nos han convertido en súbditos de ningún reino. Tampoco hemos olvidado a Palestina los que hemos nacido fuera y estamos plenamente integrados y disueltos en la sociedad que acogió a nuestros padres.

No olvidamos la esencia de nuestro origen, celebramos lo festivo y conmemoramos las tristezas de nuestro otro pueblo. Tenemos dos identidades que se complementan, que se alternan en la prelatura de las preferencias según necesidades. No son identidades asesinas ni se molestan, antes al contrario, se enriquecen mutuamente.

El 29 de noviembre de 1947 la ONU recomienda la partición de Palestina en un Estado Judío y un Estado Árabe. Aquella fue la manera en que Gran Bretaña dejaba sin cumplir las promesas hechas a los palestinos de proclamar un estado independiente en todo su territorio y de ceder a los actos de puro terrorismo llevados a cabo por los brazos armados del movimiento sionista contra los propios británicos y desde luego contra los habitantes de Palestina, los palestinos.

Los palestinos veían liquidadas sus aspiraciones de proclamar su estado independiente y que sobre su territorio, los ajenos al mismo,  decidieran,- sin conceder el derecho de autodeterminación e independencia-, que se partiera en dos mitades asimétricas su suelo patrio. ¿Se podía esperar otra respuesta distinta de los palestinos y del mundo árabe, engañados, en 1947?

¿Esta partición colmaba las aspiraciones sionistas? Ni de lejos, pero si que tuvieron la convicción y la complicidad de regímenes árabes de que fuera el comienzo de la conversión de la Palestina histórica en el estado de Israel.
No se debió premiar al otro castigando los derechos de los palestinos, ¿o es que aún  hay alguien que dude de la existencia de la Palestina histórica y sus habitantes?

Enzarzados en una guerra a tres hubo una cesión inmisericorde a las aspiraciones sionistas de decenas de  miles de judíos nacidos fuera de Palestina para alcanzar la creación de un estado por y para ellos.

En pocas palabras, la comunidad internacional, cedía lo que no era de ellos a los hijos del Holocausto, sin encomendarse a nadie.

Judíos siempre hubo en Palestina y en todo el mundo árabe y con ellos las relaciones eran y deben ser  excelentes. Cosa bien distinta es entrar por la ventana  y adueñarse de tu casa.

El dolor de un pueblo,- el judío-,  sometido al más grande Holocausto junto con otras etnias no puede justificar que los indiscutibles "lazos históricos" con Palestina se conviertan en "derechos humanos y divinos" para judeizar progresivamente por el terror,  por la guerra y por la colonización progresiva, todo el territorio palestino y convertir el derecho de la defensa,- que ahora se niega a los palestinos-,  en el motor de una usurpación continua de tierras.

Hay que conquistar los derechos de los palestinos que sobreviven en Gaza y Cisjordania. Ya se han ensayado soluciones, todas no aceptadas o inaceptables. Un único estado con dos comunidades preponderantes, dos estados confederados con/sin  Jordania, dos estados "side by side" y échele hilo a la cometa.... 

La aplicación de todas las resoluciones de la ONU para este asunto sería la metodología adecuada. Preparar ambos pueblos para comprender lo que significa la palabra PAZ y comenzar, cuanto antes mejor, a desterrar las referencias a las guerras. Y eso se consigue gracias a la educación y esfuerzo, sin ojos en el cogote y mirando hacia el futuro.

Debe ser un deseo alentado por todos y cada uno de nosotros, palestinos árabes y palestinos judíos.
Las ideologías sionista e islamista, como sostén de plataformas políticas, deben ser desterradas. El terrorismo  individual, de grupo o de estado, hay que hacerlo desaparecer  y encauzar la construcción de dos estados democráticos y laicos, que, de momento, puedan coexistir. Más adelante se podría hablar de convivir.

No seré yo quién no le dé una o mil oportunidades a la Paz, pero ésta debe estar basada, como tantas veces habré escrito, en la Justicia. Y ésta dimana de la aplicación de todas las resoluciones de la ONU desde la 181, cuyo sexagésimo quinto aniversario conmemoramos hoy, hasta la que explicita la condición de Estado Observador a Palestina cuya propuesta está en vísperas de ser aprobado. Sería una buena noticia que Israel no le ponga más palos a las ruedas.

Apilando muertos conseguimos un gran cementerio y la paz de los sepulcros. La alternativa está clara, es la vida, y apuesto siempre por ella.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Palestina, de nuevo bajo el terror

EN CANARIAS AHORA                                                        
EL INDEPENDIENTE DE CANARIAS
EL BLOG DE MARISOL AYALA
TELDEACTUALIDAD


Los sionistas esconden en sus mentes la esencia de la locura asesina, el eje de los masacradores, y  la Corte Penal Internacional el vocablo impunidad.

Los intereses espurios de quienes cometen execrables crímenes contra la Humanidad se visten de ropajes variopintos para explicar su posición y lo que es peor, para justificarla.

La masacre a la que se somete a la población palestina es un episodio más que tiene como objetivo la conversión del asunto palestino en un expediente de “terroristas” y la justificación de su liquidación por ser el mal de los males.

Pero no sólo es esto sino que además a ese expediente se le añade el de la “expulsión” de los palestinos de su solar patrio y expelerlos a las tierras de sus “hermanos árabes” de Jordania y  Líbano especialmente, además de otros como Egipto, Siria e Iraq.

El objetivo, repetido hasta la saciedad, es la “judeización” de toda la Palestina histórica. Ese es el hito por y para el que se creó el Sionismo a finales del siglo XIX.

A la luz del conocimiento se alcanza la verdad de los hechos y nada de lo que sucede es casual ni anecdótico.

El debate de quién golpeó primero puede quedarse en el armario de la estupidez. Los hechos son incontestables: Israel necesita un enemigo, y si no lo tiene, se lo inventa. Es un estado nacido por y para la guerra. Sólo se mantiene por la guerra.
Al igual que en la operación “plomo fundido” se desveló quién provocó la reacción de Hamás,- sin duda alguna, Israel-, esta vez, por su propio interés, será de nuevo el estado sionista el provocador.

Por encima de cualquier conjetura hay una verdad insoslayable: la asimétrica situación de este mal llamado, conflicto.

Israel necesita o se inventa la más mínima excusa para poner de manifiesto lo que todos sabemos. Su poderío armamentístico, y en base a ello, golpe a golpe, conscientes de saberse genocidas impunes de los palestinos, la conquista de las tierras de aquellos.

Lo he dicho y reitero que la paz es el peor mensaje para los judíos sionistas; es la evidencia de los hechos. Cada vez que se acercan posiciones por la paz perece el líder que las lleva a cabo (Rabin a manos judías asesinas, Arafat a manos del carnicero de Sabra y Shatila, el sionista Sharon).

La paz disuelve la entidad sionista, obligaría a dar carta de ciudadanía a todos los palestinos, y por demografía, serán la mitad más una del parlamento israelí, o lo que es lo mismo, la desaparición del estado israelí.

La guerra, por el contrario, mantiene las posiciones de partida en un “status quo” favorable a los sionistas y sus execrables ambiciones territoriales. Sabemos de antemano quién va a poner la sangre sobre la tierra y quienes ejercerán una parte de su poderío  militar silenciando la resistencia palestina.

Para estos sionistas la piedad no existe y por esto mismo se evidencia el derecho inalienable a resistir, con toda la legitimidad que le otorga el padecimiento de más de sesenta años de ocupación y al amparo legal internacional.

Al unísono se corea que Israel tiene derecho a defenderse.
Y los palestinos, ¿no tenemos derecho a resistir?
Las bajas israelíes son asesinatos, mientras que las bajas palestinas son “muertes” (BBC). Pintoresca y cruel interpretación del asunto.

Así seguiremos, en esta estupidez permanente, donde se arrodilla la vida, se ahogan gritos con el estruendo de los bombardeos y las ensoñaciones de los niños son ataques de pánico. Y la solución de dos estados que Dios le confió a un delirante Bush ya es un capítulo cerrado. Algún día la ecuación del poder será distinta.

¿Qué paz se puede obtener con generaciones que crecen al amparo de esta injusta asimetría?  

Israel, tú robas mi agua, quemas mis olivos, destruyes mi casa, robas mis tierras, encarcelas a mi padre, asesinas a mi madre, bombardeas mi país, nos privas de todo, nos humillas a todos, y aún así  tengo que asumir la culpa de haberte devuelto un cohete.



Carlos Juma
Ex presidente y cofundador de la Comunidad Palestina en Canarias.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Ocho años sin Arafat


Arafat en mi memoria 
Por Carlos Juma



La tierra asimilada como mujer, paridora de patrias, abraza en sus entrañas a los hijos que dejaron lo mejor de sus vidas sobre la faz de una desgarrada  nación.

La histórica Palestina, cruce de interminables caminos, de rutas comerciales, despertó sin pretenderlo las ansias bastardas de hijos que han pretendido y pretenden de manera repugnante transformar el dedo meñique en una mano entera. Lo mínimo en lo máximo, los innegables vínculos en derechos, lo divino en política. Por el contrario, la negación de los palestinos, adjetivaciones inmisericordes, expedientes de terroristas y de expulsión de su propia tierra.

La historia, que siempre arroja luz sobre los atormentados pueblos, dice que en Palestina habitaban diferentes etnias, y entre ellas, por entonces ,-en la década de los cuarenta-, con la mayoría árabe una pequeña comunidad judía respetada por aquellos, tolerantes con sus costumbres.
Bastó la enunciación del victimismo para que, merced a la invocación de las Sagradas Escrituras, el sionismo, como ideología política  tomara cuerpo sobre aquella tierra para intentar alcanzar la judeización completa de Palestina. Más, ese objetivo, después de más de sesenta años, no lo han logrado. Ni lo lograran.

La figura de Arafat, surge en la década de los sesenta del pasado siglo, y lleva a los palestinos a retomar conciencia de su propia identidad, a levantar la voz y protagonizar una lucha emergente contra los usurpadores de sus casas y tierras.
Son hechos incontestables. El robo, la expoliación, la vejación y humillación a la que se somete constantemente a los palestinos no parece tener fin.

Pedantes historiadores culpan a los no judíos  de no aceptar la vergonzante partición de Palestina de Noviembre de 1947. Nada más lejos de la verdad. Fueron sus dirigentes políticos los que no aceptaron que se entregara parte alguna  del territorio a los palestinos. Cítese a Menahem Beguin, por ejemplo.

Ante el desamparo permanente de este pueblo, abandonado a su suerte, bajo las botas de la ocupación militar más larga de nuestra época, la ansiedad por un auténtico líder que lleve en volandas las legítimas ambiciones de los palestinos tropieza una y otra vez en enfrentamientos internos, luchas intestinas que pierden toda la necesaria fuerza en la pugna por el liderazgo.

Con sus aciertos y errores, Arafat ha sido el líder indiscutido e indiscutible de la Causa Palestina. Padre de la patria palestina, su recuerdo, a siete años de su muerte, se agiganta y permanece actual a causa de la investigación abierta sobre la causa de su partida y sobre todo porque su ausencia ha dejado en una orfandad absoluta a los palestinos y lo echamos de menos.
Resistió todos los asedios y en la Muqata su figura se hizo enorme aún siendo encañonado noche y día por su encarnizado enemigo Sharon, aún en el limbo del ni vive ni muere. Alguna mano envenenó el agua que bebía y pronto veremos resultados de la investigación.

Este pueblo que no dobla la rodilla ante el poder sionista está dispuesto a resistir por encima de sus vidas. La obra del Viejo, de Abú Ammar, de Arafat, permanece en la historia viva de los palestinos.

No es tiempo de volver la vista atrás. Hemos llorado a Arafat y siempre estará vivo en nuestra memoria. De ahí a revolcarnos en el dolor de su trágico final dista un abismo.

Este pueblo palestino debe seguir adelante en la lucha de resistencia contra el opresor, con todos los medios legítimos a su alcance. Es de simple Justicia, al amparo de la legislación internacional.

La inmisericorde apropiación de tierras fértiles palestinas, del agua, el insulto de la colonización, y la soberbia y prepotencia de ese minúsculo estado judío sólo consigue mantener en pie la pelea por los derechos legítimos de los palestinos.

Arafat elevó a la máxima altura la diplomacia palestina, se consiguieron verdaderos hitos en las relaciones internacionales.
Está claro, sin embargo, que solo se equivoca quién da pasos. Arafat los dio hasta el punto de que sólo ha quedado atrás la mediocridad, la gente pusilánime y los que confunden el culo con las témporas y a día de hoy no dan al César lo que le corresponde y a Dios lo que es de Él.

Noviembre es un mes muy especial para los palestinos pero la apertura de los recuerdos comienza inexorablemente por el de Yaser Arafat, a quién hoy como ayer y siempre, manifiesto públicamente no sólo mi adhesión de los principios ideológicos del movimiento Al Fatah que lideró sino el sincero cariño y respeto por su figura humana.
Luchamos por una Palestina laica y democrática.

El próximo 29 de noviembre recordaremos el sexagésimo quinto aniversario de la partición de Palestina, fecha histórica de una  injusticia que derrama sangre tanto tiempo después.

La solución no puede venir de fuera; ya se ha dicho que no es factible la de los dos estados por boca de los mismos que la invocaron. Sólo queda una, conquistar los derechos de manera inteligente y astuta.
Es cuestión de esperar, de saber esperar. Quien resiste, gana.

PALESTINA