Publicado en El Diario.es/CanariasAhora.es
Publicado en el Blog de Marisol Ayala
Publicado en LA PROVINCIA
Me pregunto si realmente el debate público está centrado en la extracciones de petróleo o si lo que nos tiene soliviantados es la conducta hierática, alexitímica, y carente de cualquier sesgo de moderación que exhibe el virrey de los faycanes.
Los
dedos vuelan apresuradamente al teclado recabando de la memoria los
últimos acontecimiento vividos en nuestras platanarias islas. La
Iglesia da para todo. Cobijo al pecador, comida al hambriento y techo
a los pregoneros. La sombra de una ermita cerrada no es el palacio
del Divino. Dios está afuera.
No
caeré en la tentación quijostesca de topar con la sagrada
institución, antes al contrario, iré de frente contra sus
administradores que han permitido en tan pequeño santuario, dar
amparo a la soberbia y a la prepotencia. No es evangélico ni
angelical ni de recibo tan esperpéntica cobertura.
La
ceremonia de la confusión a la que asistimos con el denostado,
odiado, pero requerido petróleo, evidencia las fuerzas de poder y
contrapoder. No puede ser, por claramente contradictorio, que se
autoricen prospecciones en las costas canarias y lo otro en mares
levantinos y mediterráneos. Ni es de recibo la forma de proceder.
Las
parejas de hecho tienen estas consecuencias. El amor jurado tiempo
atrás no solo no es eterno sino que además arquea las cejas y
frunce el ceño a fin de elicitar una mirada de mayor suspicacia,
rayana en la paranoia.¡Que queda de aquellos juramentos proclamando
la unidad en el gobierno! ¡qué se dijeron para llegar a estos
desencuentros con las graves consecuencias que provocan en los
administrados! ¡Oh tempo, oh mores!
Dónde
dije Digo digo Diego. Cada cual levanta la tropa en contra del otro.
Ninguno merece credibilidad ni tampoco la nueva relación de pareja
que mucho dijo entonces y ahora lo contrario. Este mareante oleaje,
vaivén de oscuras y tendenciosas maneras de proceder, no se calma ni
en el Mar Muerto. Hoy por ti, mañana por mí. Perro no come carne de
perro.
¿A
quién o quienes hemos de mirar que enarbole la honestidad de
conciencia, de actuar conforme a su pensamiento e ideales, que
ofrezca diálogo por encima de todo?
Lo
que me parece claro es que la razón, como siempre, es una sartén de
doble mango. Todos queremos petróleo pero no que se extraiga en
nuestra casa, y ciertamente, no es un dislate pensar que obtenerlo en
nuestras costas, en el hipotético caso de un vertido, se llevaría
nuestra primera industria al garete. Pero para eso tenemos al jefe de
industria, para velar, ahora sí, como las cabras, por nuestras
doradas playas y azules mares. "Ojos que te vieron dir, puerto
franco...." que diría el emigrante abrazado al palo mayor del
bergantín.
Pero,
aún estando en contra de las prospecciones en nuestras costas,-
quiérase o no, son nuestras costas-, me pregunto si realmente el
debate público está centrado en la extracciones de petróleo o si lo que nos tiene soliviantados es la conducta hierática,
alexitímica, y carente de cualquier sesgo de moderación que exhibe
el virrey de los faycanes sito en Madrid, la contradictoria conducta
ante el mismo asunto y el desprecio con que nos trata.
Si
el vecino marroquí extrae petróleo de la misma bolsa, ¿no será
cierto el mismo peligro?
No
hay nada nuevo para quienes tuvimos el fraude del afecto con que nos
obsequió el homúnculo humanoide. El perdón es la peor bofetada que
se le puede dar a la altivez, y públicamente está perdonada su
estúpida conducta, tiempo ha. Más la reiteración debe ser
detenida.
Exigimos
de quienes detenten el poder de administrar que estén tan próximos
a los administrados que sean de la misma esencia, que exhalen las
mismas feromonas. Y por más perfume que le echen es imposible evitar
la fetidez del alma de aquel que, de tenerla, desprecia de manera
inmisericorde a quienes no comulgan con su delirante convicción
conductual.
La
supervivencia exige que dotemos a nuestros descendientes de la mayor
protección posible. Algunos miran para su círculo íntimo y
abandonan a todo lo que no sea su entorno personal.
Nadie
ofrece tanto como el que no va a cumplir. Dicho está que nadie es
profeta en su tierra; de ahí a sacudir el polvo de sus sandalias en
la cara de los canarios es harina de otro costal.
Menudo
pregón es el pregonero.
Más
alto es un poste y lo mean los perros.