por
Carlos Juma
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La
negación sistemática de la existencia de Palestina y por ende de
los palestinos es un endeble argumento anacrónico exhibido por el
ideario de aquellos que quieren hacer creer al mundo la falacia de la
frase "un pueblo sin tierra(judíos) para una
tierra(Palestina)sin pueblo".
Tal
aseveración, carente de fundamento, por la maldad intrínseca con la
que se pretende justificar la colonización de Palestina, no resiste
el más mínimo examen a la luz de la historia misma de Oriente
Medio.
Más,es
asunto que concierne a la inteligencia y al sentido común
rechazarlo, aunque lo diga Golda Meir o Agamenón y su porquero.
Naturalmente, enfadarse porque lo afirme cualquiera, es tan
sólidamente estúpido como la propia naturaleza y la finalidad que
se persigue, puesto que no fastidia quien quiere sino quien puede.
Palestina
era y es, guste o no guste.
La
negativa a que actúe determinado músico judío no ha conseguido
otro efecto que, justamente,ser portada de periódicos y del
telediario gubernamental. Flaco favor a la Causa Palestina.
La
pretensión de que se retracte el sujeto en cuestión de su estúpida
afirmación y castigarle con desistir de su actuación es tan poco
eficaz, en justa proporción, con la falacia de la negación de
Palestina y los palestinos.
Nada
han tardado las comunidades afines en rasgarse las vestiduras.
Tampoco el gobierno de España que, sujeto a vaya usted a saber que
intereses, critica con dureza a los organizadores del evento musical.
Y de camino, así como quién no quiere la cosa, someten a los
partidos y organizaciones con filias palestinas al yugo de la
calificación de "antisemitas" y "antisistemas".
La amenaza que pende sobre los antisemitas es de pena de cárcel.
La
época en la que para evacuar por el miembro viril se afirmaba que
"se la cogían con papel de fumar" parece no tener fin y la
continuidad en debatir memeces aparta de la verdadera discusión el
exhibido deseo sionista de la judaización de toda Palestina.
La
expulsión de sus habitantes palestinos, cristianos y musulmanes, de
su propia tierra, y la inmisericorde destrucción de campos y
pueblos,-baste recordar el verano pasado como fecha más reciente-,
llevada a cabo por la entidad israelí es una constante que no parece
tener fin.
Item
más, la asimetría de fuerzas, a favor de Israel, su potencial
militar y nuclear, y la sistemática humillación de palestinos, con
incontables puestos policiales de control, la persecución de sus
gentes, el encarcelamiento preventivo, el robo de las tierras más
fértiles, el secuestro y asesinato de jóvenes o la pasividad
manifiesta ante los ataques de la locura de los colonos a tierras y
gentes, es lo que debe primar en este asunto. Y de esto, lo mínimo,
que para eso está la censura.
Quienes
tanto claman a la Justicia histórica resulta que son los mismos que,
creados al amparo de una resolución de la ONU (181 de 29 de
noviembre de 1947), no cejan en su desprecio a cualquiera otra que no
les sea favorable. Y en estas estamos, casi sesenta y ocho años
después, toda una vida, toda mi vida, sin visos de que haya una
simple luciérnaga en esta oscuridad de sangre y lágrimas.
Hablemos
pues de lo que importa, de someterse a la Justicia Internacional, de
aceptar todas las resoluciones de la ONU en torno a este conflicto.
Reitero, como tantas veces hemos proclamado todos los palestinos, que
la Justicia es nuestra única esperanza.
La
discusión de que toque o no toque determinado músico en un festival
y que se asocie su actuación a su opinión personal acerca de este
inacabable tema es tan poco práctico e inconsistente como negar el
asesinato de Rabín a manos judías o la tragedia diaria que se vive
en Gaza o el luto por los miles de niños asesinados en
inmisericordes acciones del llamado Ejército de "Defensa"
de Israel.
Hablemos
de lo que interesa;es de sobra conocido y bien saben que no se puede
ocultar el sol con un dedo. La verdad dura un instante más y son
cortas las patas de la mentira.