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Estado de supresión cerebral
(de la voluntad y el poder)
Por Carlos Juma
Rajoy
dixit: “Yo hago lo que tengo que hacer
que es lo que hay que hacer y que no se puede hacer otra cosa porque esto es lo
que hay, y a mi me gustaría hacer otra cosa pero cuando no puede ser hay que
ser valiente para hacer lo que a uno no le gusta, si y yo prometí bajar
impuestos pero ya lo haré cuando pueda….”
Ni
es bueno ni justo generalizar. Conlleva graves perjuicios. Por ello no
hablaremos de los japoneses porque no los conozco a todos.
La
situación actual en la que estamos instalados ha llevado a demostrar la certeza
de las palabras de Francisco de Quevedo:
“Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”.
Vaya
este brindis por el llamado líder,-reconvertido en jefe de las prietas filas-,
del partido en el gobierno de la nación, al que llaman Mariano Rajoy.
No
me dirijo a él y si a su conducta manipuladora, engañosa, maliciosa,
fraudulenta y dolosa, y zigzagueante. Ha aprendido rápido las reglas del
autoritarismo, aconsejado sin duda por el diseñador de masacres sin fin,-el del
trío de las Azores-, fundamentado en el principio básico de la convicción.
Un
letrado debe poseer una magnífica memoria, y a este presidente se le vino abajo
la suya y de mayor gravedad sería que, si presumiera de haberla de la buena, negara cuanto prometió a los españoles para
salvarnos de la enfermedad de los callos de los pies,-el zapaterismo-. Así
pues, dado que recuerda, no es olvido sino peor aún, una conducta absolutamente
fraudulenta y maliciosa. Por lo tanto, usted Sr. Rajoy es un timador.
Usted,
Sr. Rajoy, ha cometido más disparates en
seis meses que cualquier otro presidente español en una legislatura. Tiene el
don de haber calentado al pueblo a temperaturas de infierno en muy poco tiempo.
A
usted, Sr. Rajoy, no le conviene la profesión de peluquero, no sabe cortar ni
igualar la larga y canosa cabellera del pueblo español. Usted ha cortado por
donde no se debe y ha esquivado hacerlo por donde conviene. No le va este
asunto a los calvos porque básicamente para recortarlo habrá que tenerlo.
La
larga lista de personas damnificadas por sus decisiones, amparadas éstas en una
mayoría absoluta,”una dictadura” sin más, lleva a la exasperación. Mala cosa es
la ira, sobre todo cuando se juega con el hambre. Y este airado pueblo no es
distinto de otros que bien conozco y cuya respuesta puede ser dual: o bien eliminan
al agresor o se suicidan. Cabe la tercera vía, la del mutismo aquinético, que
pronto observaremos en algunos estamentos como soporte de la resignación.
Todos
los que detentan el poder, usted Sr. Rajoy entre ellos, se deshacen de las personas brillantes y con
capacidades intelectuales. Se llenan de mediocres, de corifeos que les aplauden
sus memeces, asintiendo como marionetas sentados a su espalda en el Parlamento,
o que las corroboran con tres palabras de alta sensibilidad dichas por el
paradigma de la educación mojigata, una hija de casta política castellonense.
Mire
usted Sr. Rajoy por dónde, el único estamento que hace funcionar un estado son
los funcionarios, véase la reciente lección en Bélgica, y usted a por ellos.
Fina puntería. Aquí cabe el principio de conservación de lo bueno y de
deshacerse de lo malo. Puro sentido común, pero ¿y de qué han servido las
oposiciones? ¿y de qué oposiciones hablamos acerca de los cargos de confianza,
designaciones a dedo y de castas políticas y sindicales? ¿Cómo se le puede
despedir a usted como registrador de la propiedad? Comience por donde le duele.
Es
evidente que cuando necesitas un paraguas nadie te lo presta y cuando no llueve
el banco te regala dos. Y aquí, se le da más al que más tiene. El crédito
europeo fluye para los bancos malos. Comprendo a los finlandeses, yo también
exigiría más seguridad. Quiebran empresas particulares y se entierran, y aquí
quiebra una caja y revivimos al muerto. Algo apesta a podrido, Sr. Rajoy.
Para
que vamos a hablar de la exclusión social, de la pobreza, de los inmigrantes,
de la denegación, vía administrativa, de auxilio a los “sin papeles”, de maestros
y médicos en paro, de aumento de horas de trabajo sin finalidad práctica, del
decremento de un veinticinco por ciento en el salario de sanitarios, de los
tramos impositivos, del trabajo de recaudadores de los arrendadores, de los
contratantes, de la insoportable liquidación de la seguridad social mensual a
autónomos que no llegan a fin de mes, de jóvenes,-nunca tan bien preparados en
generaciones anteriores-, que se nos marchan del país. No merece la pena
predicar en el desierto pero no por ello nos vamos a callar.
Me
da que todos los populares,- es sólo una simple suspicacia-, se han leído el
libro de cabecera del innombrable líder, “If”, y este es el punto en que toma cuerpo la
sinrazón: Más o menos viene a decir, “tú sigue adelante, impasible el ademán,
presente nuestro afán, con la mirada al sol y la cara de hormigón, no dudes, no
pienses, tú tienes toda la razón, y si todavía tienes un pueblo con izquierdas
que se quedan sentadas en su casa a la hora de votar y unas derechas que van a
votar si o si, obtendrás el galardón de una Justicia a tu manera, un poder sin
límites para hacer lo que te venga en gana y años sin fin para seguir gobernando
fustigando a los rojos, vagos y maleantes, plumíferos y anticlericales,
intelectuales de izquierdas, gentes de la memoria histórica.
Generalizar
no es bueno y es por ello me dirijo a
usted. Sr. Presidente. Un favor me atrevo a pedirle Sr. Rajoy, reabra los
manicomios, ya sabe usted para qué, y si
no lo sabe,- porque en usted cabe la presunción de la supresión cerebral-, el
inteligente lector no necesita aclaración. ¡Ah,
y no olvide un pabellón penitenciario!
La
hiedra de la sumisión a Europa y sus mercaderes amenaza cualquier señal de vida
pero hay que permanecer y luchar por cambiar esta manera de gobernar.
Le
recuerdo que el nuestro es un pueblo soberano y que no tiene que manifestarse
cada cuatro años sino cuando le venga en gana y necesidad, no somos súbditos
sino ciudadanos de pleno derecho y deber.
Se
me olvidaba, dígale a su Fabra diputada que no jode quién quiere sino quién puede.